sábado, 10 de noviembre de 2012

¡Muévete contra el cáncer!

¿Cómo convencer a los pacientes con cáncer de que el ejercicio puede ayudarles a reducir la fatiga que sienten, si están cansados incluso para realizar las acciones de la vida diaria? Muchos estudios anteriores se han corroborado y se confirma que la práctica de ejercicio físico, más allá de prevenir la enfermedad, aporta beneficios a quienes ya la padecen. El deporte se convierte en un aliado para afrontar mejor el camino que hay que recorrer para superar un cáncer. No sólo ayuda a superar un cáncer sino que, una vez superado, reduce a la mitad las posibilidades de que este vuelva a aparecer. 
 

 La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) lanza una serie de recomendaciones antes de incorporar la actividad física en el plan de tratamiento del cáncer.
  •  En primer lugar, se recomienda hablar con el oncólogo sobre la posibilidad de realizarla y, sobre todo, seguir sus consejos.
  •  Es necesario que el paciente recapacite acerca de qué tipo de entrenamiento le apetece hacer.
  •  Si es posible, pedir a un amigo o familiar que sea el acompañante habitual (el apoyo social es importante y puede ayudar a cumplir con el objetivo). 
  • Se debe planificar un tiempo, sobretodo si aún estamos con la quimio o radioterapia. Si estamos en días de tratamiento también debemos reducir el tiempo e intensidad de ejercicio. 
  • El objetivo no es acabar agotado sino acadar los beneficios que te aporta el llevar una vida activa. 
El entrenamiento y el tipo de ejercicio deben adaptarse a cada caso, dependiendo del tipo de cáncer que padezca cada enfermo. Se recomiendan ejercicios que abarquen el metabolismo aerobio; el objetivo principal es mejorar el consumo de oxígeno. Se recomiendan los ejercicios con pesas o contra
resistencia para mejorar la masa y la fuerza muscular. También se recomiendan ejercicios para mejorar la flexibilidad, los cuales pueden incluir ejercicios de estiramiento, yoga y ejercicios para las extremidades
superiores que ayuden a mejorar el rango de movimiento de las articulaciones.

Para ser efectiva y segura, la actividad física debe tener en cuenta cinco criterios básicos:
  •  Estado del individuo.
  •  Tipo de ejercicio.
  •  Intensidad.
  •  Frecuencia.
  • Duración. 

Diferentes estudios demuestran que la actividad física aumenta el número de glóbulos blancos en sangre. Si el número de glóbulos blancos disminuyen hay que retrasar o disminuir las sesiones de quimio o radioterapia. Con el ejercicio físico podemos agilizar las sesiones de tratamiento. 
Un estudio del National Cancer Institute de Estados Unidos  encontró que las mujeres que hacen tres horas de ejercicio riguroso a la semana, tienen 23 por ciento menos riesgo de desarrollar cáncer de seno antes de la menopausia.
Explicaron los investigadores que la actividad física juiciosa logra disminuir los niveles de estrógeno, la hormona que es causa de cambios relacionados con la aparición de tumores malignos en los senos. Así mismo, ayuda a mantener un peso saludable, lo que también disminuye el riesgo de sufrir esta enfermedad.
La investigación sugiere que el ejercicio actúa como un escudo en las células del pecho contra los cambios genéticos. “Cinco horas de caminata enérgica a la semana es ideal”, asegura el doctor Paul Goss, profesor de  Harvard Medical School.
Además, el ejercicio disminuye  el estrés y la inflamación, y mejora la forma como el sistema inmune responde a la presencia de células cancerígenas”.
En otra arista de este tema, también se ha comprobado que la actividad física, llevar una dieta equilibrada y evitar el sobrepeso, contribuye a evitar recaídas en mujeres enfermas de cáncer de seno. Esto, de acuerdo con especialistas en el tratamiento de ese tipo de cáncer, del Hospital de Bellvitge y del Instituto Catalán de Oncología, en España.


ASÍ  QUE YA SABES: UNA VEZ QUE ELIJAS LA ESPERANZA, TODO ES POSIBLE (Christopher Reeve).

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