domingo, 21 de octubre de 2012

"El aire es tu aliento y tu medicamento" Aristóteles.

¿Te imaginas la vida sin respirar? ¿Te imaginas qué pasaría si no hubiese oxígeno en el aire que nos rodea? ¿Y que ocurriría si no tuviésemos un mecanismo de obtención y transporte de oxígeno en nuestro organismo?
La respuesta es: NADA. Nos quedaríamos sin carburante y todo nuestro organismo se desvanecería. Los músculos no tendrían energía para contraerse, las neuronas no serían capaces de enviar impulsos nerviosos, nuestros órganos perderían su funcionalidad y nuestro organismo no sería capaz de salir airoso de este problema.
Por todo ello hay que hacer una especial mención a un importante mecanismo que permite que nuestro cuerpo se mantenga activo día sí día también: El sistema respiratorio.
Hay una serie de "tuberías" que transportan el oxígeno y dióxido de carbono del exterior a los pulmones, pero es aquí donde realmente se produce paso fundamental: EL INTERCAMBIO DE GASES.

Pulmón: tráquea-bronquio-bronquiolos-alveolos.

  • Los pulmones son dos órganos que se encuentran situados a ambos lados del mediastino rodeados  por las cavidades pleurales derecha e izquierda respectivamente. Cada pulmón se compone de numerosos lobulillos, los cuales, a su vez, contienen a los ALVEOLOS que son las dilataciones terminales de los bronquiolos. Los alveolos son cavidades diminutas que se encuentran en las paredes de los vasos más pequeños y en los sacos aéreos. Sus paredes son muy finas y están compuestas únicamente por una capa de células epiteliales planas, por lo que las moléculas de oxígeno y dióxido de carbono pasan con facilidad a través de ellas. 
  •  Todo organismo pierde funcionalidad con con la inactividad. Digamos que cuando no ejercitamos alguna parte de nuestro cuerpo, está se va atrofiando y seguidamente es incapaz de realizar las funciones que en un momento determinado puedan ser requeridas. Básicamente lo que se puede conseguir realizando esfuerzos pulmonares con regularidad es aumentar la cantidad de irrigación sanguínea en  los alveolos y así favorecer la difusión de oxígeno (hacia los tejidos) y del dióxido de carbono (hacia el exterior). También, con el esfuerzo pulmonar conseguimos fortalecer los músculos que permiten el movimiento respiratorio (diafragma y músculos intercostales). Estos músculos lo que permiten es ampliar el volumen pulmonar y que la presión dentro de ellos sea menor que fuera y así, finalmente, entre aire en la cavidad pulmonar. Lo contrario sucede cuando realizamos el movimiento de expiración. Lo que se permite con la actividad física es que la expansión pulmonar sea mayor y por tanto mejore la eficacia de cada inspiración. 
  • Con esto, nuestros músculos obtienen mayor cantidad de oxígeno y, al mismo tiempo, se desalojan con mayor facilidad los residuos de dióxido de carbono. Así, con el tiempo cada vez tendremos mayor resistencia y nuestros ejercicios aerobios tendrán resultados más satisfactorios. 

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